17.1.13

Los Amigos de Pablo


 
A Pablo Milanés no le gusta cantar solo. Por eso siempre encuentra motivos para rodearse de alguien que quiera acompañarlo. Esos con quienes puede compartir a diario, o aquellos a los que nunca conoce ni conocerá jamás, son los preferidos
Leandro EstupiñánLa Habana



A Pablo Milanés no le gusta cantar solo. Por eso siempre encuentra motivos para rodearse de alguien que quiera acompañarlo. Por eso y más. Además de la sensación de soledad que pueda experimentar en medio de un escenario, a él le gusta sentirse rodeado de amigos.
Esos con quienes puede compartir a diario, o aquellos a los que nunca conoce ni conocerá jamás, son los preferidos.
Desde sus inicios buscaba la compañía de otros para cantar. Primero el Cuarteto del Rey y luego los memorables dúos con figuras como Miguelito Cuní, Compay Segundo o Elena Burke. Las intensas giras con Silvio Rodríguez, las horas en estudios de grabaciones con españoles, brasileños o argentinos.
Tantos ha logrado a lo largo de estos años que no le bastó un disco para compartir con ellos y hace poco fuimos testigos de la última descarga en la “casa de Pablito”, al decir de su otro amigo, el Gabo. Nadie pudo negarse a la invitación y el trovador volvió a encontrarse acompañado.
También ha perdido relaciones. Unas veces porque  marchan; otras, porque  mueren.
Cuenta el cantor español Joaquín Sabina, que por Pablo aprendió a comer y que unas cuantas enfermedades de la cabeza tuvieron cura gracias a esa amistad. Se profesan una gran lealtad. “Cada vez que me invita a algún concierto allí estoy yo.”
No solo gusta de compartir canciones, al bayamés le place cocinar para sus íntimos. En su casa, mientras disfruta las horas de intimidad, prepara platos variados solo para agradar a sus invitados. Por esta sensibilidad culinaria  ha fomentado otras grandes relaciones, como la que mantiene con el escritor Manuel Vázquez Montalbán.
Para sus amigos también canta y prepara giras y conciertos en los que no faltan los pintores, poetas, compositores, nuevos talentos y los más queridos, el público.
Hace poco más de un año los jardines de la UNEAC se abrieron de manera gratuita. Así lo dispuso Milanés, quien quería que asistieran solo sus amigos y estos no le fallaron. Desde media tarde muchas personas esperaban ansiosas la hora señalada y cuando finalmente se dio la orden de abrir no cupo ni un alma.
De diversas generaciones se reunieron amantes de su música para escuchar las mismas canciones que no cansan. Había adolescentes junto a sus abuelos, recién casados, matrimonios engendrados con las melodías que luego volverían a escuchar, turistas curiosos, músicos...
Fue como un sueño la hora y media que duró el encuentro. Un recorrido por los años que seguían pasando sin temor a ponerse viejos. Nosotros aplaudíamos y Pablo cantaba, lo hacía para sus amigos, presentes y ausentes.
Al final nos pusimos de pie y él terminó emocionado como nunca le había visto y dijo que se había sentido como en su propia casa.
Claro que entonces no podía darse cuenta. Se encontraba en su propia casa, saludable y feliz. A su alrededor, sus mejores amigos.

fuente : http://www.lajiribilla.cu/2003/n095_03/095_09.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario