10.1.13

Simplemente, Pablo

SIMPLEMENTE, PABLO
 
Hablar de Pablo Milanés, es mencionar a uno de los más importantes creadores de toda la historia musical cubana, un cantautor que se dimensiona más allá de su propio quehacer en Cuba, para extenderse al mundo como un artista imprescindible del movimiento de la Nueva Canción Hispanoamericana, hombre capaz de señalar caminos y defenderlos a través de toda su obra humana y musical.

Elsida González 
La Habana



Hablar de Pablo Milanés, es mencionar a uno de los más importantes creadores de toda la historia musical cubana, un cantautor que se dimensiona más allá de su propio quehacer en Cuba, para extenderse al mundo como un artista imprescindible del movimiento de la Nueva Canción Hispanoamericana, hombre capaz de señalar caminos y defenderlos a través de toda su obra humana y musical. Sin lugar a dudas es junto a Silvio Rodríguez la representación más alta de la Nueva Trova Cubana.

La historia de Pablo Milanés, como la de muchos artistas se puede contar desde su más temprana edad, es por ello que intentaré resumir y mostrar los aspectos más significativos de su prolífera vida y obra.

Nació en la ciudad de Bayamo, en la zona oriental de la República de Cuba el 24 de febrero de 1943. Ciudad cargada de historias vinculadas con la vida social de nuestro país, allí se cantó por vez primera nuestro Himno Nacional y posee también una gran riqueza musical, cuna del son, la trova y de otras muchas manifestaciones artísticas de valía.
Cuentan sus hermanos que el talento de Pablo se desarrolló desde pequeño y de esta manera era centro de su familia. Su madre, quizás la más previsora dentro de esta, siempre supo que su hijo iba a ser algo grande y nunca se cansó de llevarlo a cuanto programa de radio y televisión o presentación en vivo sirviera para impulsar a su hijo, ya fuera en Bayamo o en la Habana, cuando pasaron a vivir a la capital a finales de la década del 40.
Para conocer un poco de los primeros años de su vida auxiliándome de su familia, he sabido que Pablo siempre fue muy alegre. Cuenta su hermano Rafa “Nosotros íbamos a las fiestas de exhibición de animales, le llamaban fiesta de granja y Pablo no podía oír la música sin que empezara a bailar. La gente hacía coro para verlo, él tendría de 3 a 5 años. Desde pequeño siempre le gustó la música.
Ya es conocida por algunos la anécdota de una presentación de Pablo cuando niño, solo tenía 7 años en uno de los concursos que se realizaban en las emisoras de radio, en la CMKX de Bayamo, donde cantó el conocido Juan Charrasqueado, vestido como un puro charro mexicano y ahí gana su primer premio. Esa canción estaba de moda y él la cantaba muy bien.
Tratando de dirigir los pasos de Pablo hacía estudios académicos de música, a los 12 años lo matriculan en el conservatorio y comenzó a recibir clases de guitarra. Estas clases no duraron mucho tiempo, ya que sus intereses estaban más cercanos a la música popular cubana, a la trova, al son, que a los clásicos, y no funcionó.
Pero Pablo desde muy jovencito contó con una muy potente voz, que a muchos les recordaba al ya famoso cantante Lucho Gatica (más bien porque lo imitaba) y de cierta forma esto influyó en que tuviera predilección por este tipo de canto, muy de moda en Cuba en la década del ’50. Se conocía su repertorio y cantaba con mucha facilidad obras que solo tenores de voz educada podrían cantar con facilidad y con resultados satisfactorios.
En 1957, con 14 años, por su participación en el programa–concurso de José Antonio Alonso (La corte suprema del arte) como cantante, obtiene el trofeo por la calidad de su interpretación. Esto poco a poco, le permitió adentrarse en el mundo del aprendizaje coral, con la profesora Isolina Carrillo y también como solista, a partir de las posibilidades que brindaba este programa a sus ganadores.
En resumen, estudios musicales académicos fueron muy pocos, sin embargo, esta era la época en que en cualquier bar, todavía se reunían trovadores que se conocían todas las canciones de los grandes de la Trova y de otros importantes, y la savia que recogió de la cultura popular, de estos viejos trovadores que conocían las más bellas canciones de siempre, fue indispensable para la formación cultural de Pablo.
Fue significativo también su paulatino contacto con músicos que cultivaban otros géneros, y lo que escuchaba en la radio, fundamentalmente temas tradicionales cubanos en las voces de los grandes María Teresa Vera, Trío Matamoros, Benny Moré, Miguelito Cuní, entre otros.
Su juventud se caracteriza por una gran avidez de conocimientos y cargada de incalculables problemas económicos; no obstante, la suerte siempre le acompañó y lo colocó al lado de artistas que reconocían en él su talento y capacidad creativa para llevar a cabo proyectos importantes.
Así tiene pasos fugaces en el 1959 por la orquesta Sensación, una orquesta de tipo charanga, que incluía en su repertorio conocidas obras de moda, en géneros bailables como cha cha cha, sones, y también boleros. Aunque para Pablo no hubiera sido difícil asumir estos géneros, sus intereses no se correspondían con esta posibilidad de “trabajo” y muy poco tiempo se mantuvo aquí.
También formó parte del Trío Ensueño en el que se cantaban los grandes éxitos del bolero cubano y mexicano del momento y que hoy conocemos como antológicos, pero tampoco esto llenaba las expectativas de Pablo.
Su interés por la música iba in crescendo al igual que sus capacidades, al punto que se atreve a hacer sus primeras composiciones en los inicios de la década del 60, apoyado por el maestro Luis Carbonell, que por ese entonces realizaba el montaje vocal del Cuarteto del Rey, agrupación que integró Pablo por algún tiempo y que se reconocían por ser intérpretes fundamentalmente de negro espiritual.
Luis Carbonell es una de las personalidades más importantes del mundo de la cultura en nuestro país. Conocido como el Acuarelista de la poesía antillana cuenta con un estilo sui géneris de declamar, conocido tanto en Cuba como en Hispanoamérica por su genialidad en esta profesión; sin embargo, es también muy reconocido por su trabajo como repertorista y maestro de música en general. Sus criterios sobre la música son respetados por todos los artistas y en especial por jóvenes que comienzan en el mundo del arte y se acercan a él buscando orientación, incluso aún hoy.
Pablo fue uno de esos jóvenes, que según cuenta Luis Carbonell, se interesó mucho en la música que él tocaba en la espera de los integrantes del Cuarteto del rey para los ensayos; esta música que interpretaba al piano Luis no era otra que Suites barrocas. (Más tarde se observaría cómo marcó este momento la obra de Pablo.)
La confianza que depositó Luis en Pablo permitió que le enseñara a este sus primeras canciones y recibiera de él la orientación que necesitaba. Para Pablo fue muy importante el haber conocido de joven a Luis, por lo que hoy mantienen una bella amistad basada en la admiración, cariño y respeto mutuos.
Podemos hablar entonces a partir de 1963 de Pablo como compositor e intérprete.
En estos años aparecen obras importantes, primeras, con un aliento cargado de filin, movimiento al que guarda especial respeto: “Tú mi desengaño”, “Hoy vuelvo a ti”, “El sol ríe por mí”, “Al borde del final”, “Estás lejos”, “Llévame contigo muerte”.
El filin, para aquellos que no sabrían definirlo, es un estilo musical que se inició en Cuba en la década del 40 e implicaba una nueva manera de afrontar la canción donde el sentimiento definía la interpretación e influenciado por las corrientes norteamericanas de la canción romántica y el jazz. Desde el acompañamiento de una guitarra como los viejos trovadores, establecían la mejor de las comunicaciones con el público.
Pablo desde sus inicios muy vinculado a los protagonistas de este movimiento se ve marcadamente influenciado por los caracteres de este tipo de música.
Ejemplo de esto lo podríamos ver en sus primeras obras: “Tú mi desengaño”, reconocida como su primera obra. Aquí adopta en la melodía y en las armonías elementos propios del filin; una melodía rebuscada, moldeada por las modulaciones armónicas, utilizando acordes de 9na, 11na, con un cromatismo fuerte, de difícil melodía y tratando un tema amoroso, desde la óptica de historias desgarradas.
Sin embargo, algo distingue estas obras de las del “puro filin” y es cierto barroquismo que le imprime, ya sea a las secuencias armónicas y en la configuración melódica, que salen de su predilección por este estilo musical, que lo deslumbró a partir de sus encuentros con el maestro Luis Carbonell, quien le enseñó de la existencia de este.
Y de esos momentos en que Pablo se acercó al barroco se recogen las huellas que marcarían su obra posteriorEl propio Pablo ha comentado su especial predilección por este estilo musical, y cómo disfrutó y disfruta sus audiciones de obras antológicas de Juan Sebastián Bach.
Estas marcaron en gran medida su creación, al punto que se advierte de forma clara en algunas obras caracteres que provienen de este estilo. El uso de sonidos agregados o como adornos, de forma melismática. El caso quizás más claro lo es su obra “Ya ves” de 1965. Posteriormente también se puede observar en “Cuanto gané cuanto perdí” (1984), pero en este caso más referido a la manera de desarrollar los motivos, utilizando diversos recursos propios del barroco.
Resulta significativo cómo este barroquismo se imbrica precisamente en lo referente a la conformación melódica, con caracteres que también habían sido adoptados por la trova tradicional cubana y que pueden buscarse también los orígenes allí. (“En el sendero de tu vida triste”, “Ella y yo”, de Oscar Hernández).
También por esa época en Cuba se estrenaban los filmes franceses con música de Michel Legrand, dotados también de un barroquismo en las secuencias armónicas, que marcaron no solo a Pablo, sino a toda una generación de músicos cubanos.
Musicalmente hablando sí pienso que existe una referencia clara salida de ciertas secuencias armónicas que ocurren en la manera de desarrollar motivos en el barroco y que .coinciden con la manera de conformar los famosos tumbaos soneros (Secuencias que van descendiendo en intervalos que funcionan como tónicas y dominantes).
En el texto, además de la recurrencia absoluta, en esta etapa trabaja el tema amoroso, otro elemento que distingue estos años y es la marcada cita referida a la muerte, de la que el propio Pablo ha expresado que “es el resultado de sentimientos propios de la juventud, donde cada decepción se compara con el final de cualquier anhelo, pensando que todo está terminado y solo la muerte nos puede salvar”, en obras como “Llévame contigo muerte”, “Los años mozos”, se hace referencia a ella.
Estas son, de forma general, las características de esa obra primera que se extendió por varios años.
Como intérprete más tarde también se incorporó al cuarteto Los Bucaneros, en el que se montaron para ese formato algunas de sus primeras obras. Y es que el trabajo en cuarteto le interesaba y gustaba, pero en la medida que su vida artística se intensificó y diversificó en estos inicios de la década del 60, también probó suerte como solista, y supo años más tarde que al final debía tomar su propio camino y así poder decidir sus propios derroteros.
Su relación con importantes artista de la época continúa y se conoce de sus lazos amistosos y profesionales con Aida Diestro y las integrantes del Cuarteto las D’Aida, Meme Solís, Luis García Oliva, Martín Rojas, Rey Montesinos, entre otros, que el propio Pablo ha denominado que muchos conformaban un grupo de autores que hacían algo como un neo filin.
En sentido general eran personas que querían dar un vuelco a la canción, predominaba entonces el filin y ellos buscaban algo más, que se imbricara con lo que ya comenzaban a escuchar de otras partes del mundo (Beatles, música de Brasil, canción francesa, y por supuesto, la música tradicional cubana.).
No es hasta 1965 que los autores han detenido su mirada para expresar que con la obra “Mis 22 años”, Pablo arriba a una nueva etapa en la que abre las puertas a la incorporación de elementos novedosos en su creación, al punto que se ha dicho por esto que es la obra puente entre el filin y lo que sería nombrado más tarde Nueva Trova Cubana.
Esta quizás es la más clara muestra de ese objetivo, la búsqueda de nuevas fuentes de inspiración tanto musicales como en lo que se dice, en el texto de la canción.
Y no es menos cierto que esta obra con su inicial casi recitativo que irrumpe con un singular ritmo de guajira - son incorporado hacia el final, crea una expectativa nueva dentro de la canción que se hacía en esos momentos en Cuba. Sobre esta obra el propio Pablo ha dicho:
“En “Mis 22 años” hay un hecho concreto de planteamientos y creación seria. Ahora, yo creo que si yo hubiera tenido conciencia, la del 67, del trabajo de la creación, la hubiera hecho de otra manera. Me detuve en aspectos puramente humanos porque no tenía la conciencia de lo que debía ser un artista pleno en aquel momento, como la tuve posteriormente. Creo que me detuve ahí naturalmente, lo que yo hice, de hacer ese recorrido por los distintos géneros que yo había absorbido durante años, lo que hice al final irrumpir con una guajira sin proponérmelo, el texto que le pongo a la canción son rompimientos. Ahora yo estoy seguro, que si hubiera tenido la conciencia que tuve en el 67 hubiera profundizado y ese rompimiento hubiera sido más absoluto…el compromiso con la gente”.
Lo cierto es que “Mis 22 años”, sobresale dentro de su catálogo como una joya a estudiar y tomar en cuenta, ya no solo por la connotación que tiene para él como artista, sino para la música cubana en general.
En lo que concierne a su trabajo como intérprete, su participación en cuartetos no termina y hasta 1966 se mantiene en Los Bucaneros cuando entra en el Servicio Militar.
En 1967 en el Servicio Militar Obligatorio ocurre la más significativa de las transformaciones en Pablo. Aparece una obra, de pasajes modales y con un tema que nunca antes había sido abordado en su obra donde se cuestiona la guerra en Viet Nam desde la óptica humanista de por qué tienen que ocurrir hechos tan injustos y absurdos. Esta mirada a un asunto de interés colectivo, esa toma de partido hacia las causas nobles, resulta un punto importante en su obra y sobre todo, en el nacimiento de la preocupación por quien lo escucha.
Esta obra “Yo vi la sangre de un niño brotar” aparece paralela al movimiento que en todo el mundo se detenía a cuestionar esa guerra asesina. Sobre esta, Pablo ha dicho: “me permitió el vínculo con lo que luego sería la Nueva Trova. Tuvieron noticias de esta canción que surgió a partir de una información que tuve sobre el Festival de la Canción Protesta y me llamaron a integrar un grupo de compañeros que trabajaban esa temática política.
Y es que sin lugar a dudas se produce una toma de conciencia, a partir del conocimiento que tiene más cerca de la realidad que le circunda. Esto provocó que a partir de entonces comenzaran a aparecer obras que siguen esta línea. Su más clara declaración de principios aparece más tarde en “Pobre del cantor”, de 1968.
Pobre del cantor de nuestros días
Que no arriesgue su cuerda
Por no arriesgar su vida.
********
Pobre del cantor que un día la historia
Lo borre sin la gloria
De haber tocado espinas
Pero este rompimiento no se queda en la intimidad de su creación, sino que estuvo ligado a hechos significativos que ocurrieron en su vida. En 1967 conoce a Silvio Rodríguez, presentados por la gran Omara Portuondo que supo que esa unión era indispensable para ambos. Así comienza una bella relación profesional donde cada minuto de encuentro era una descarga de ideas tanto filosóficas como musicales.
Conoce a Haydée Santamaría y a Alfredo Guevara, figuras imprescindibles dentro de la cultura cubana y sobre todo de esos años finales de los 60 e inicios de los 70.
Conoce entonces que sus ideas no son aisladas, que hay otros creadores con los mismos intereses y esto hace posible que se consolide su obra y la coherente dirección que toma la misma.
En marzo de 1968 dan el primer concierto en Casa de las Américas Silvio, Pablo y Noel. Este sería la más clara muestra de lo que fue más tarde, en 1972, el Movimiento de la Nueva Trova Cubana.
Conocer a Haydée Santamaría en Casa de las Américas, figura política, intelectual y de brillantes ideas y perspectivas de la vida –contradictoriamente–, le dio la posibilidad de beber de la historia misma y conocer lo máximo de la ética de un revolucionario en el sentido más amplio de la palabra. Ella asume lo que es el principio de la gestación de la Nueva Trova, así ha comentado Pablo. “el movimiento hubiera sido de todas formas, pero Haydée lo precipitó, lo violentó.
La Casa de las Américas hizo posible el vínculo de estos jóvenes cubanos con los que en otras partes del mundo iban por su mismo camino; así fueron conociendo de los cantautores de Uruguay, de Brasil, de EE.UU., Chile como Violeta Parra, Daniel Viglietti, Chico Buarque, Vinicius de Moraes, Milton de Nascimento, Víctor Jara, Peter Seeger, y los españoles Pi de la Serra, Luis Pastor, Juan Carlos Senantes, entre muchos otros. A través de esta relación pudieron conocer otras realidades y establecer analogías con su propio trabajo.
Con Alfredo Guevara, al frente del ICAIC, participaron de su interés de llevar una nueva creación musical al nuevo cine cubano. De ahí surge el GESICAIC, del que Pablo, junto a Silvio, Noel Nicola, Eduardo Ramos y muchos otros creadores, bajo la batuta de Leo Brower, fueron fundadores. Magnífico taller donde todos aprendieron de manos de los mejores profesores de música sobre la historia de la música, la armonía, la orquestación, el contrapunto, la composición y muchísimo más.
La filmografía cubana se vestía de lujo para recibir a estos inquietos jóvenes que desarrollaron su obra vinculados al cine y sacaron de cada acción la más grande experiencia para su propia obra.
El GESICAIC tuvo una significación importante dentro del ámbito cubano de los 70, ya que resulta sumamente interesante como en tan temprana época, y atendiendo a lo que en Cuba se reconocía en aquel entonces como lo actual, –lo que más se escuchaba no se correspondía con las aspiraciones del GESICAIC–, podría sobrevivir un grupo que se propusiera la experimentación, sin prejuicios estéticos ni musicales, con una ferviente necesidad de conocer y de ser consecuentes con su época. Resultaba atrevido, increíblemente, asumir sonoridades del rock, del beat, del country music.
De estos años en el GESICAIC que se extendieron desde 1969 hasta mediados de los 70, en el catálogo de Pablo aparecen obras determinantes: “Yo no te pido”, “Los años mozos”, “Cuba va” (escrita junto a Silvio y Noel), “Hoy la vi”, “Yolanda”, “No me pidas”, la musicalizaron del poema de César Vallejo: “Masa”, “Los caminos”, “Hombre que vas creciendo”, “Yo pisaré las calles nuevamente”, “A Salvador Allende en su combate por la vida”, “La vida no vale nada” y un trabajo significativo con la poesía y la prosa de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, del que sale su primer disco Versos de Martí cantados por Pablo Milanés musicalización que hizo a instancias de Casa de las Américas, hecho solo a guitarra y voz.
Y un aparte especial merece “Yolanda”, que es quizás la canción cubana de los últimos 30 años que más ha recorrido el mundo, y la más popular dentro de la obra de Pablo. Fue hecha en 1970 y la propia Yolanda, ex compañera del autor es la que se expresa ahora:
No te puedes imaginar los lugares del mundo en que yo he estado y que me he encontrado con esa canción... Yolanda es una magia, Pablo la hizo cuando mi hija Lym tenía 10 días de nacida...Ese día Pablo me canta “No me pidas”, “Quiero poner la tierra a mis pies” y “Yolanda”... la niña estaba majadera, yo dándole el pecho y casi no lo oí. Por la noche cuando todos se habían acostado le pedí que las cantara... imagínate lo que significó para mí, una mujer acabada de parir, y que se aparezca ese hombre, que era lo más importante para mí con una canción como esa que a mí me dejó paralizada... Los primeros años no tuvo la repercusión que tiene ahora. Él me ha dicho que ha tratado de quitarla del repertorio porque tiene cosas nuevas y la gente no lo ha dejado…él trasmitió a través de una canción tan sencilla todas las cosas que nosotros teníamos en ese momento… toda la canción son códigos que nos atañen a nosotros…lo del credo, la ventana.
Más allá de lo que puede significar esta canción para su inspiradora, es una canción de una bella poesía, –pero sin rebuscamientos de imágenes–, sincera, donde explora elementos de son dentro de la canción, y es sin lugar a dudas la obra que representa a Pablo en muchos escenarios del mundo.
Esta etapa constituye un momento muy prolífero de Pablo, de obras muy significativas, donde cada una fue anunciando lo que sería la conformación de su estilo:
–su declaración de principios (“Pobre del cantor” y en alguna medida “Los años mozos”, hasta “La vida no vale nada”),
–el amor desde una óptica nueva: “Yolanda”, “Llegaste a mi cuerpo abierto”, “Amor”, etc;
–una preocupación por lo social, desde “Yo vi la sangre de un niño brotar”, “Yo pisare las calles nuevamente” hasta “Vuelve a sacudirse el continente”;
–utilización de elementos de la música tradicional cubana y en especial del son y la trova tradicional: desde “Si el poeta eres tú”, hasta “Los caminos”un guaguancó.
Hacia 1979, ya disuelto el GESICAIC, Pablo decide continuar su trabajo y se hace acompañar entonces también por un grupo, siguiendo la apertura que se había iniciado con ese taller, de oír a los trovadores no solo con su guitarra, sino buscando nuevas sonoridades que enriquecieran sus obras.
Se une a compañeros de la vieja guardia del GESICAIC, con una afinidad especial y crea su propio grupo. Comienza con Eduardo Ramos (bajo), Emiliano Salvador (piano), Frank Bejerano (drums), y hacia finales de los 80 es ampliado y renovado con teclados y saxo, con Orlando Sánchez (sustituido más tarde por Dagoberto González en el violín y teclados), Eugenio Arango en la percusión cubana, Miguel Núñez en el piano, Osmany Sánchez en el drums, Germán Velazco en saxo y en el bajo Luis Ángel Sánchez.
Con este puede llevar a cabo sus ideas creativas hasta sus últimas consecuencias y todo lo que se aventuró en el GESICAIC, ahora estaría en función de su obra.
De la primera etapa del grupo resulta significativo destacar la labor del pianista Emiliano Salvador, eminente jazzista y músico muy completo, que dio de alguna manera empaque a lo que en estos inicios querían hacer estos artistas. No se concebía al grupo como un simple acompañante, sino que cada uno podía desarrollar sus propias aspiraciones como solista. (Es significativo que de esta época datan las primeras improvisaciones soneras que hace Pablo en su participación en el disco de Emiliano “A puerto Padre”.)
Todas las propuestas que se hicieron estos cantautores estaban en el tapete, más de 10 años separan a Pablo de aquellos inicios en que quisieron rescatar la tradición musical y transformar la imagen de la canción cubana. Todos aportaron sus canciones y se habló entonces de lo cotidiano, del amor en los nuevos tiempos, de la guerra, de la paz, de la solidaridad, del hombre nuevo y seguían siendo punto de mira para Pablo todos estos temas.
En el plano del texto de las obras de Pablo podríamos resumir que los temas fundamentales que sigue abordando a lo largo de su carrera son: el amor y la patria como ha trascendido desde los primeros trovadores cubanos, siempre vista a través de sus concepciones ético–morales, de su posición partidista, de su humanismo, de sus criterios de ruptura con lo ya establecido.
Muchas serían las obras por nombrar que significan dentro de su obra caminos para seguir y muestras de elevada búsqueda.
La etapa que se inicia en los ’80 se caracteriza entonces por:
–una riqueza y amplitud en la asimilación de elementos de los más diversos géneros que se aprecian ya sea en su obra, como los que son incorporados en el trabajo de arreglos.
–también distingue su obra la, reflexión sobre el paso del tiempo y las lógicas transformaciones que esto trae consigo, que siempre fue una preocupación de Pablo, reflejada en su obra, temas como “El tiempo el implacable el que paso”, de 1974, “Años”, de 1975, y ahora vemos una curva que retoma el tema con “Mírame bien”, de 1982, “Cuanto gané, cuanto perdí”, del 83, “Ya se va aquella edad”, del 84.
–en el plano musical existe un refuerzo del tratamiento del son, (desde “Ho Chi Minh” o “Su nombre puede ponerse en verso”, del 69, se vislumbraba su interés por este género).
Y es que el son es una de las principales influencias que se aprecian en la obra de Pablo y aunque muchos afirman que Pablo es un buen sonero, no ha dedicado su tiempo a definirse solo por este género; sin embargo, lo que sí está bien cierto es que caracteres del son aparecen en su obra siempre de las mas diversas maneras.
–desde el punto de vista formal, se observa en la aparición de un estribillo que alterna siempre con coplas, típico del son oriental está presente en obras como: “No vivo en una sociedad perfecta”, “Te quiero porque te quiero” y “Amo esta isla”.
–también desde el punto de vista formal se aprecia la utilización de una –a veces– larga exposición (momento en que se mezcla con caracteres de la canción) y da paso mas tarde a un estribillo que alternara con las coplas correspondientes. Esto nos acerca más a las posteriores evoluciones del son. Obras como “Nicaragua” (1984), “Buenos días América” (1985), “Son para despertar a una negrita” (1988).
Existen otras maneras, quizás más sutiles en que el son aparece en la obra de Pablo.
–la utilización del clásico bajo anticipado en el acompañamiento armónico, así como la utilización del contratiempo en la melodía en obras que formalmente no nos remiten al son. Tal es el caso de “El recital va terminando” (1982), “A veces cuando el sol” (1984), “Ya se va aquella edad” (1985), “No ha sido fácil” (1984), “Nicaragua” (1984), “El guerrero”, “Cuanto gané cuanto perdí”.
–la insistencia en interpretar la melodía a contratiempo como es usual en el fraseo sonero se observa hasta en las canciones más líricas. Por ejemplo “El breve espacio en que no está”, “Cuanto gané, cuanto perdí”, etc.
Todo esto es lo referido al son.
Ahora me gustaría comentarle cierta curiosidad que se presenta en la obra de Pablo y específicamente en 1984 con su obra “Blas”, hecha por encargo para la película del mismo nombre (que finalmente no se hizo) y es la presencia del danzón. Aquí, por supuesto, la utilización de este género, baile nacional de Cuba simbolizaba en el momento de escrita la manera de reflejar la vida de un hombre de gran significación para la vida política del país, como lo fue Blas Roca Calderío.
En este danzón Pablo traslada a su melodía pasajes que recuerdan los hechos por la flauta para este género, donde abundan los adornos, intervalos difíciles, algunos con carácter improvisatorio. Teniendo en cuenta que en este caso se cantarían estos pasajes resulta bastante complicada la interpretación por el virtuosismo vocal que se requiere. También escucharan un aliento a tango.
En esta etapa se observa un acercamiento mayor al tema juvenil, a las preocupaciones de los jóvenes (no se puede olvidar que en estos momentos Pablo cuenta con hijas que arriban a esta etapa de la vida y que el público que le escucha es mayoritariamente joven). “Sábado corto” es la más clara muestra.
A casi 20 años de creación artística Pablo reafirma sus propias concepciones ético–morales, ya sean en el plano social –“Yo me quedo”, “No vivo en una sociedad perfecta”, “Amo esta isla”, “Creo en ti”– impulsado por acontecimientos sociales que se desataron en Cuba en el año 80 (sucesos de la embajada del Perú).
En el tema amoroso donde se asumen nuevos criterios y maneras de verlo, novedosas dentro de la canción cubana, con temas controvertidos aún dentro de la sociedad cubana: “El breve espacio en que no está”. También podría mencionar en este caso la canción “Mírame bien”, donde se reflexiona sobre las diferencias de edad entre los integrantes de una pareja.
Pero en estos años el trabajo de Pablo no se limita solo a grabar su obra, sino que además lleva a acetato la musicalización que realiza de la obra de Nicolás Guillén, el Poeta Nacional de Cuba; y también interpreta las canciones de Marta Valdés (estilo filin) en un lindo homenaje que se le hiciera a esa compositora cubana.
Como intérprete realiza otros importantes discos donde, en deuda con sus orígenes, realza la obra de los clásicos trovadores cubanos en una serie de discos: Años I, II y III. Verdaderas obras de arte cada uno de ellos, donde para interpretar la trova recurre a los protagonistas que estaban un poco olvidados como Luis Peña “El Albino”, Cotán y Francisco Repilado “Compay Segundo”.
Con el filin también salda su deuda con una muestra de lo adentrado que se mantiene en este estilo. La excelencia del trabajo realizado, demostrado en la propia selección de los temas –ya sean los cubanos, como los boleros mexicanos incluido en los volúmenes IV y V– así como en la auténtica interpretación, donde procuró ceñirse a los recursos más originales desde la manera de interpretar la guitarra para lo que buscó a dos maestros Eduardo Ramos y Martín Rojas.
Un disco significativo, muy relacionado con Hispanoamérica lo fue el álbum Querido Pablo, grabado por Pablo con múltiples invitados, colegas todos del mundo de la Nueva Canción, brillante idea y merecido homenaje. Significativas en aquel disco las intervenciones para hacer dúo con Pablo de importantes cantautores como: Víctor Manuel y Ana Belén, Luis Eduardo Aute, Mercedes Sosa, entre muchos otros.
Otros discos posteriores han reflejado su obra, pero también los cambios que en algún momento se propuso en la concepción de acompañamiento y arreglos. El más significativo resulta el discoProposiciones, de 1988, cuando se incorporan jóvenes músicos que algunos aún se mantienen y, poco a poco, se han ido adentrando en nuevas sonoridades, se han realizado nuevos arreglos a temas viejos en aras de estar acordes a los nuevos tiempos.
Le suceden discos como Identidad, Canto de la abuela, Con ciertos amigos, Orígenes, Plegarias, Días de gloria, hasta llegar a su nueva producción del 2001 Pablo querido, título de la que sería la segunda parte del Querido Pablo, casi 20 años después, que ahora se repite con la presencia de otros artistas. Muestra del calor con que se recibe a nuestro cantautor en todas partes del mundo siempre.
Aquí participan otros intérpretes, todos de Hispanoamérica, pero con la singularidad de que ahora es mayor la amplitud de selección, se incorporan cantautores; pero también algún que otro cantante de pop no afiliado a lo que conocemos como Nueva Canción (como pasó casi en su mayoría en el Querido Pablo) como es el caso de Fher, cantante del grupo Maná de México y otros artistas reconocidos en otras esferas como Marco Antonio Muñiz, Armando Manzanero, etc.
A la vuelta de más de 40 años de creación artística podríamos resumir que Pablo ha sido consecuente con sus principios sobre la creación, bien definido desde temprana fecha y se ha mantenido bebiendo de fuentes muy auténticas de la música cubana e internacional, sin olvidar jamás la modernidad. Y como comencé
Hablar de Pablo Milanés, es mencionar a uno de los más importantes creadores de toda la historia musical cubana, un cantautor que se dimensiona más allá de su propio quehacer en Cuba, para extenderse al mundo como un artista imprescindible del movimiento de la Nueva Canción Hispanoamericana, hombre capaz de señalar caminos y defenderlos a través de toda su obra humana y musical. Sin lugar a dudas es junto a Silvio Rodríguez la representación más alta de la Nueva Trova Cubana.



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