«El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, el amor no lo reflejo, como ayer» cantaba en 'Años' un Pablo Milanés
que, recién entrado en los setenta años de edad, relativiza tanto su
edad como los achaques de salud. Aquella hernia que hace un años le
obligó a cancelar una gira que debía haber parado en Bilbao y San
Sebastián.
«Me parece increíble que a estas alturas de la vida siga aun teniendo
ganas de inventar cosas e iniciar proyectos que me hacen sentir vivo»,
comenta el cantautor desde su estudio en La Habana, en un descanso de
los preparativos de los conciertos que ofrecerá el miércoles en el Victoria Eugenia y el viernes en La Coruña.
Dos únicos recitales con su banda al completo en los que mostrará su
«identidad, evolución y renacimiento», apunta en referencia implícita
tanto a sendos discos de los primeros años noventa, como al nuevo
trabajo que lanzará en el próximo mes de mayo.
Su promoción ha anunciado que en los conciertos que ofrecerá, se
podrán escuchar tanto arreglos propios del 'filin' de sus inicios como
las incursiones en el jazz del que tanto gusta, en los últimos años,
(disco 'Regalo', del 2009), pasando por los arreglos de la música
popular cubana o de primoroso aire renacentista; y que haciendo alusión a
las primeras palabras que pronuncia en cada presentación, serán puestos
«a la consideración de ustedes», su público.
–¿Cómo está de salud, recuperado ya de aquella hernia?
–Pues
muy bien, aparte de este catarro (estornuda...), me he recuperado
perfectamente de la hernia que me tuvieron que operar el año pasado.
Estoy haciendo vida normal, ensayo, grabo, me doy una vuelta... Así que
no tengo ningún inconveniente para poder ofrecer el concierto que tuvimos que suspender hace un año. Al contrario, lo estoy deseando.
–¿Usted ha encontrado algún efecto sanador o terapéutico trabajando con la música?
–A
mi la música siempre me ha ayudado porque yo nunca he dejado de cantar,
incluso en los peores momentos. He llegado a veces a subir al escenario
prácticamente paralítico, en brazos de otras personas, en un silla, con
muletas... No se puede nadie imaginar de la forma y con el dolor que yo
he llegado a cantar. Sin embargo, después de mas de veinte operaciones,
las piernas me siguen respondiendo.
–¿En qué formato actuará en el Victoria Eugenia donostiarra?
–Los
últimos años, desde que hice el disco ‘Regalo’, había venido en
pequeños formatos con teclados, violín y guitarra. Pero en esta ocasión
estaré con el grupo completo de seis músicos con el que giro por América
y que me permite ofrecer una visión mucho mas amplia de mi obra,
extralimitarme en lo lírico y lo musical haciendo cosas nuevas y otras
cosas que llevaba mucho tiempo sin interpretar por allá. Habrá cosas
trovadorescas, barrocas y, claro, de música brasilera, ‘filin’ cubano y
de jazz por el que siempre tuve una inclinación muy fuerte.
–Y has anunciado que estrenarás canciones de tu próximo disco.
–El
disco está ya grabado y listo para que salga en el próximo mes de mayo.
Creo que esa grabación va a sorprender en todos los sentidos. Compuse
el disco entre La Habana y un retiro espiritual que hice en la casa que
los padres de mi esposa tienen junto a una ría maravillosa, con
pueblecitos muy hermosos. Allí pude reflexionar sobre este nuevo disco
que se llamará ‘Renacimiento’.
–Parece un título muy expresivo, teniendo en cuenta que acaba de cumplir setenta años. ¿Cómo le han sentado?
–Me
han sentado bien, porque estoy bien de salud. No me he dado ni cuenta
porque no pesan. Este ‘Renacimiento’ tiene connotaciones vitales, pero
también musicales. He tratado de conectar elementos antiguos
renacentistas y barrocos que ya había utilizado, enlazadas con músicas
del folclor cubano que no están de moda, entre comillas, como la conga,
el changüi, el guaguancó... Es mi manera de mostrar que la música es una
sola. La buena es la que vale.
–El paso del tiempo siempre le ha obsesionado, pero ¿sigue sin llevar reloj?
–Exactamente,
es mi manera de olvidar esa obsesión cierta por el paso del tiempo que
ha estado presente en toda mi obra. Y sigue estando, pero a medida que
los años pasan, uno se va dando cuenta que la vida es cuestión de ciclo.
Pero por mi ánimo de hacer cosas, no siento tener los años que tengo de
verdad. Lo noto cuando veo a mucha gente de mi edad que siente que ya
se les pasó lo mejor de la vida. Por otro lado, el tiempo también obliga
sin remedio a renunciar a viejas ilusiones y a asumir las decepciones.
–Muchas tendrán que ver con la política por la que siempre le preguntan ¿Ha renunciado a las utopías de juventud?
–No,
porque esos ideales son los que nos siguen manteniendo vivos. Nosotros
ya estamos viejos y sabemos cómo funcionan las cosas, pero es lindo que
haya idealistas que ayudan a avanzar mucho, sobre todo en momentos de
gran intensidad. Yo ya he hablado de cómo hemos asumido la realidad sin
renunciar a nuestra manera de pensar. Pero esa potencialidad de cambiar
las cosas se puede reconstruir porque siempre estará entre nosotros.
–¿Aun siente aquella necesidad de «cantar opinando» de la que hablaban en los tiempos de la Nova Trova?
–Por
supuesto, les invito a que oigan el nuevo disco y verán. A eso no se
puede renunciar. Yo he tenido dos manera de ver la vida social. Una
política y otra revolucionaria. Hoy en día prefiero la revolucionaria.
He escogido ser mas revolucionario que político. En la política hay
muchos recovecos e impera la infamia y la corrupción, en cualquier
régimen. Eso decepciona mucho. Pero el espíritu crítico del
revolucionario, en el mejor sentido de la palabra, sigue presente en el
pueblo y sigue presente en mí.
–¿Cómo ve hoy la actual Cuba de Raúl Castro?
–Creo
que ha habido cambios, pero los sustanciales en la vida de ciudadano
cubano, no los veo todavía. Ha habido un cierto maquillaje, pero hará
falta tiempo para que se aprecien en la vida cotidiana. El momento es de
tranquilidad, pero como en todo el mundo se vislumbrar un futuro duro
para la economía, la educación, la cultura...
–Mantiene un viejo idilio con público vasco, ¿a qué lo atribuye?
–Creo
que hay un lenguaje, una vida social, incluso una poesía, diría, que
nos identifica. Cuba y el País Vasco tienen una identidad, una cultura,
una manera de ser que se trasmite mas allá de la imagen por la que están
mediatizados. Siempre me he sentido allá como en casa.
Fuente : Dvocion
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